RadioBlog: Minuto 92

¿Y ahora qué?

Tampoco es que haya pasado nada, y estoy hablando del Almería, no de las elecciones municipales de ayer, que no fuera de esperar. El Almería ya está oficialmente en Segunda División y, por tanto, se han cumplido las previsiones; es decir, el Almería no le ganó a un Valencia que necesitaba la victoria y tampoco fallaron sus rivales directos en sus partidos respectos. Ni siquiera pinchó el Dépor, que se queda en Primera gracias a que el Barcelona no fue ayer un equipo de fútbol, ni mucho menos más que un club, basado en los valores. El sábado, el Barça dio vergüenza, aunque también hay que tener claro que el Almería no se ha ido al hoyo por culpa de los azulgrana ni de nada más que de sí mismo.

Ahora mismo todo son dudas, todo son interrogantes sobre el futuro del Almería. Lo primero, sobre la continuidad de los profesionales. Hoy por hoy no sabemos si Sergi seguirá en el banquillo y con qué efectivos cuenta quien ocupe tal cargo. Es evidente que habrá desbandada, primero porque hay muchos jugadores que estaban cedidos o que cumplen contrato; pero además porque Segunda y Primera son dos categorías muy diferentes y seguramente habrá pocos que quieran cambiar de categoría hacia abajo.

Tampoco se sabe cuál será el papel del filial a la hora de confeccionar la nueva plantilla e incluso hay dudas sobre cómo quiere configurar el club su presidente. Alfonso García sigue errático y contradictorio, puesto que el sábado, de nuevo en su costumbre de hacer declaraciones selectivas, a unos sí y a otros no, pero también aseguraba sentirse sólo y con pocos apoyos. No sé si habrá pensado el presidente que él mismo, con esos comportamientos, es el primero que genera esa falta de apoyos, esa falta de integración del club en el tejido social y económico de la provincia.

Decía Alfonso que no sabe si merece la pena hacer un equipo competitivo para subir a Primera de nuevo, porque no palpa el apoyo ni de las instituciones ni de las empresas almerienses. Le faltó hablar de los medios de comunicación, pero insisto, posiblemente el presidente deba buscar muchas de las causas de lo que le sucede en sí mismo y en su gestión.

Se queja también de que no ve a gente nueva incorporándose al fútbol, que van los diez mil de siempre y que eso no es compatible con la Primera División. Y ahí estoy de acuerdo, pero de nuevo disiento en cuanto a las causas: debe preguntarse Alfonso qué ha hecho él por llevar gente al fútbol, qué promoción hace su club sobre sí mismo, qué fórmulas ha puesto en práctica para sumar afición.

Lo he dicho en varias ocasiones en la última semana: el Estadio de los Juegos Mediterráneos es el más triste de Primera División, el que menos recursos tiene, el que menos opciones le plantea a la gente los días de partido. Yo he comido en un estadio de fútbol en día de partido, he comprado merchandising, he tomado café, he dejado a los niños en actividades de entretenimiento, he participado en sorteos y me han regalado cosas.

Y aquí, ¿quién le dijo a Alfonso que la tarea era simplemente abrir la puerta y esperar que vaya la gente? El que se lo dijo, se quedó con el presidente; y éste se ve que picó.

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