RadioBlog: Minuto 92

Los chavalotes de la FIFA

Son las cosas del tiempo: que a veces pasa lento y cansino, como un cachalote echando la siesta, y otras es raudo y veloz, como una ardilla haciendo sus ejercicios matutinos de árbol en árbol. La FIFA, ese organismo pesado y pastoso, capaz de dejar a un equipo como el Almería un tercio de liga sin saber exactamente cuántos puntos tiene sin que pase nada y sin que a nadie se le caiga la cara de vergüenza, ha visto ahora cómo el FBI ha corrido como un rayo para trincar a diez de sus más destacados prebostes y ponerlos entre rejas, nada más pisar suelo Suizo.

Estos chavalotes de la FIFA habían quedado para pasar el finde en la vieja Suiza, aprovechando que han pasado ya los rigores del invierno y que el sol empieza a teñir de oro las cumbres de los Alpes, al tiempo que licúa los hasta hace pocos días sólidos montes de nieve.

El plan era perfecto: un hotelito de cinco estrellas superior, unas cuantas comilonas de padre y muy señor mío, unos copazos a la cuenta del máximo organismo internacional del fútbol, unos spas, unos buenos ratitos en la piscina climatizada y, de paso, elegimos al nuevo presidente de la FIFA.

Sin embargo, en mitad del camino se han cruzado con un aspirante a presidente que les ha aguado la fiesta. Al final, a manos del FBI han llegado unos documentos que parecen probar que estos señores tenían montado lo que en esos documentos se califica de mafia, comprando unos campeonatos por aquí, vendiendo unos patrocinios deportivos por allá, extorsionando a instituciones por acullá.

Veremos si todo resulta probado o no, pero de momento, lo que sí está claro es que esta pandilla, que está formada por los mismos que han metido el cenizo en el Almería y han contribuido a desestabilizarlo si cabe un poco más, son los mismos que llevan mangoneando el fútbol desde hace 30 ó 40 años, a pesar de no haberle pegado jamás una patada a una lata.

Llamadme loco, pero cada día estoy más convencido de que el fútbol no será fútbol hasta que no esté gobernado por gente del fútbol, en lugar de por ancianos glotones que ignoran hasta el color de una pelota.

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