Una de dos: o por alguna razón todo se pone siempre en contra del Almería, o realmente es que todo le sale muy mal al club que preside Alfonso García.
El club rojiblanco tiene la extraña capacidad de montar un lío hasta con los asuntos aparentemente más inocentes, más nimios, más sencillos.
Un club que este año ha consumido cinco entrenadores, en el que en los dos últimos años ha tenido a dos jugadores del primer equipo bajados en extrañas circunstancias al filial, que se presentó a la ejecución de una Ciudad Deportiva, ganó el concurso y ahora no la hace, en el que el director deportivo se va un año de excedencia al Reino Unido a practicar su inglés y al año siguiente, a su vuelta, se marcha a Chipre en pleno momento decisivo de la campaña; un club en el que el presidente, socialmente y de cara a la ciudad, ni está ni se le espera, al que la LFP llama la atención para que no se claree mucho en el asunto de primas a terceros, en el que el TAS y el TAD sancionan por un fichaje de más de un lustro antes y le hace perder tres puntos; un club en el que los clubes canteranos afines terminan casi siempre enfadados con el club matriz, en el que los jugadores son apartados del equipo sin que nadie sepa por qué y en el que el Gabinete de Comunicación decide caprichosamente a qué medios de comunicación acredita y a cuáles no.
Y en mitad de todo esto, en la semana decisiva del campeonato, en el momento del año en el que es clave contar con la afición, que es la base del club, el simple procedimiento de venta de entradas para el partido de Córdoba provoca un auténtico cisma entre los seguidores.
Peñas que no entienden nada, socios que aseguran que no cuentan para nada con el club, aficionados que acusan al club de no respetar ni la hora, ni el lugar ni la cantidad de entradas que se podían sacar por persona según el anuncio oficial y todo manga por hombro.
Y repito, todo a consecuencia de un procedimiento que debe ser muy complicado, el mismo que la práctica totalidad de clubes de Liga de Fútbol Profesional llevan a cabo todas las semanas del año: el de vender las entradas que el club rival cede para nuestros desplazamientos.
De verdad, en serio: ¿tan difícil era hacer esto en condiciones? ¿Tan complejo era ponerlas a la venta con unas mínimas normas y acordándose de los abonados, a los que luego en agosto se les manda mensajes de pertenencia y de optimismo?
Verdaderamente, viendo cómo se hacen las cosas en la Unión Deportiva Almería, en ocasiones cuesta mucho trabajo pensar que no lo hacen a caso hecho.
Como nos decían ayer varios aficionados en nuestras redes sociales, a pesar de todo, el sábado, todos juntos para poner nuestro granito de arena en pro de la salvación. Luego… ya veremos lo que hacemos.
