Mira que nos decíamos a nosotros mismos: “Es muy pronto para sacar conclusiones; la Liga acaba de empezar; el equipo está en formación; la plantilla aún no está cerrada”.
Pero nada. Teníamos que extraer lecturas precipitadas, teníamos que empezar a juzgar al plantel antes casi de que se hubiera levantado el telón de la Liga. Casi todos los profes de Radio Marca, con servidor a la cabeza, nos hemos precipitado; es lo que hay.
El Almería exhibió, el otro día, el sábado, virtudes que ahora nos hacen ver las cosas con más esperanza. Es verdad que tampoco podemos hablar de un buen partido, porque la realidad es que Casto nos salvó en la primera parte de al menos un par de goles y otro más en la segunda; y no es menos cierto que en defensa seguimos siendo muy parecidos a cualquier congregación de madres de la Caridad.
Pero ganar por tres a cero a un recién descendido de Primera, por mucho que el Rayo fuera todavía más caritativo que nosotros y que ya haya sido el primer equipo de la LFP en estrenar crisis esta temporada, no es cualquier cosa.
También es verdad que ha tenido que ser la selección de Burkina Faso la que nos prive de la potencia física sin peligro futbolístico de Jonathan Zongo, sustituido por un Antonio Puertas que no sólo trabaja tanto o más, sino que además crea peligro durante todo el partido e incluso tiene gol.
Es cierto, igualmente que hemos descubierto a un Nano que no parece haber venido para ser suplemente de Zongo y que le dio al equipo buena parte del escaso equilibrio que exhibió en defensa; y que con Pozo en el campo somos otro equipo, no sólo Fidel, que encuentra acompañante para sus fechorías sino también el resto de compañeros.
Y por supuesto, Casto. No habrá pillado sopapos el extremeño, procedentes de todos lados, desde que llegó a Almería. Pero una vez más, el sábado demostró que es un portero de ésos que suman puntos.
Así es que, a fuerza de querer ser un poco honestos y sinceros, hemos de decir que el Almería que vimos el otro día nos ha dado un buen zasca, en toda la boca que se dice.
Cuento las horas para que, el próximo finde, me regale el segundo.
