El fútbol, ese dios con pies de barro al que amamos incluso cuando nos patea la cara, tiene estas cosas, estos caprichos, estas putadas.
Llevábamos dos años esperando a que el fútbol recompesara a Francisco por el daño, tan inmerecido como desproporcionado que le causó en el final de su etapa como técnico de Almería… y ha tenido que ser justo ahora y merced a una nueva patada en el trasero de otro técnico, almeriense y honrado como Francisco: José María Salmerón.
Los caprichos de esa puta desmemoriada que es el fútbol, han querido que la puerta del olimpo de la Liga de Fútbol Profesional se abra para Francisco a costa de sacar a Salme por la ventana de atrás y de un empujón frío y traicionero.
A Salme no se lo ha cargado el director deportivo del UCAM; ni siquiera el presidente. A José Mari se lo ha cepillado el fútbol, tan corto de entendederas como de memoria, incapaz de guardar un cuatrimestre los éxitos más importantes en la historia de un club novato y tierno como es el UCAM.
A Salme, uno de los entrenadores más honrados y sabios que he conocido en esto del fútbol, no le han tenido en cuenta que ha pasado más jornadas en zona de permanencia que de descenso; no le ha servido que el territorio de salvación estaba a tan sólo dos puntos cuando alguien tomó la decisión de la guillotina; no le ha valido de nada haber hecho jugar a su equipo como los ángeles con el presupuesto más bajo de la categoría.
Para el recuerdo quedará el repaso monumental que nos dio en la primera vuelta, en una noche de niebla en el campo… y en la cabeza pensante del Almería.
Pero el fútbol es así, si me permitís disfrutar yo también un poco del tópico más miserable en este miserable mundo del fútbol.
Y como un buen adúltero, el fútbol nos endulza la pena por Salmerón restituyendo a Francisco la oportunidad que le ha sustraído en estos dos años, la que el presidente del Almería le sacó del bolsillo un mal día, a la vuelta de Éibar, en la escalerilla del avión y por medio de intermediarios que le ahorraran la vergüenza de una decisión incomprendida; incomprensible.
Francisco llega al UCAM y nos alegramos por ello. Como siempre, desde que era un chiquillo, ha sabido aguardar su oportunidad con paciencia, honor y caballerosidad: ni una mala palabra en este tiempo para quienes patearon su trasero; ni un mal gesto para quienes no han sido sinceros con él en estos largos meses; ni una salida de tono para quienes no han sabido valorar su gran trayectoria en el Almería.
Los que lo queremos, los que queremos a ambos, hemos aguardado con rabia e impaciencia el regreso de Francisco, mientras disfrutábamos de un Salmerón de LFP.
El puñetero fútbol nos tenía guardada la jugada más amarga, la de tener que decir, el mismo día, en el mismo acto, hola de nuevo a Francisco y hasta muy pronto a Salmerón.
Querido traidor, querido fútbol: te la dejamos guardada; no te olvides.
Salmerón, Francisco y ese adúltero llamado fútbol
