El Almería es, ya lo hemos comentado en innumerables ocasiones, un club diferente, singular, con un presidente singular, una estructura aún más singular (en los dos sentidos de la palabra: por original y también por oposición a plural) y rodeado de un halo de misterior que haría las delicias de Iker Jiménez e incluso del mismísimo Sandro Rey, salvando las diferencias entre ambos, por supuesto.
Uno de los ámbitos más que má misterio encierra en relación con el Almería es la tremenda distancia que existe entre la valoración popular y mediática de los profesionales y la que se tiene de ellos en el seno de la propia entidad.
Lo voy a decir un poco más a lo bruto: el hecho de que sea tan habitual el que en el club traten muy mal a jugadores socialmente muy valorados y muy bien a los más contestados.
Ejemplos hay muchos, sin ir más lejos, esta misma temporada, empezando por el propio Fernando Soriano, técnico que ha cosechado uno de los peores porcentajes de resultados en LFP y al que el presidente ha aguantado en el cargo más que a ningún otro.
Pero no es, evidentemente, el único caso. Un clásico en este segmento es, ya, el de Ramón Azeez, con un abono para pasar cada temporada del ostracismo al papel decisivo sin que nadie nos explique nunca qué demonios es lo que pasa con él, por qué un futbolista que se pasa la mitad de la temporada de vacaciones pagadas en Almería, sea considerado pieza clave en la segunda parte sin que la parroquia se entere ni de los títulos de crédito de la película.
Otro caso raro es el de Pozo, un futbolista al que la gran mayoría de aficionados y periodistas consieramos que debería ser la pieza angular del proyecto este año y que, sin embargo, recibe periódicas dosis de banquillazo sea quien sea el responsable del plantel. Algo debe pasar con Pozo, que nadie nos explica, para que la situación del pasado domingo se repita continuamente, es decir, que el malagueño empiece los banquillos en el banco y luego sea el mejor, cuando ya a penas queda tiempo para voltear el resultado desfavorable.
En el caso opuesto están jugadores como Trujillo y Vélez, socialmente más contestados que el peinado de Paco Porras, pero premiados con más oportunidades que el mítico torero Platanito.
Estoy convencido de que algunos de estos extraños casos, que harían revolcarse como un marrinillo en un charco al mencionado Iker Jiménez, tienen una explicación razonable, para nada basada en visitas extraterrestres y apariciones paranormales.
El problema es que nadie nos las explica. Y claro, en un mundo como éste y con periodistas como nosotros, ya se sabe que la especulación es un arma que se carga con silencio.
Misterios del Almería
