Ya han pasado 17 días desde que concluyó la temporada, la infausta temporada en la que el Almería volvió a salvarse en el último partido, después de hacer sufrir inmisericordemente a su afición.
Son ya más de dos semanas desde que los jugadores cogieron vacaciones y, durante ese tiempo, el club rojiblanco ha cerrado la escalofriante cifra de cero fichajes.
Como si de un dejavú se tratara, aunque es un dejavu que se repite todos los años invariablemente, el equipo que preside el parsimonioso Alfonso García Gabarrón vuelve a imitiar el estilo y el ritmo que tan magnífico resultado le ha dado en los últimos años.
Aún recuerdo cómo el pasado verano nos llevábamos las manos a la cabeza por la exasperante lentitud con que se acometía todo, incluyendo los fichajes, capítulo en los que fuimos el último equipo de la categoría en ponernos en marcha.
La más aplastante lógica, nos indica que si en esto de las contrataciones de futbolistas lo dejas todo para última hora, es evidente que podrás elegir entre un colectivo mucho menor de jugadores que si madrugas, que si no lo dejas todo para última hora. Es más, si lo dejas todo para el final, lo más normal es que los mejores jugadores ya tengan equipo cuando tú te has decidido a ponerte en marcha.
Pero no; para Alfonso García, la lògica imerante es la que nos regaló hace algo más de un año, cuando dejó al equipo sin entrenador, colocó al frente al del filial y sentenció aquello de: “No queremos precipitarnos, queremos ir tranquilos en la elección del entrenador para no correr el riesgo de equivocarnos”.
Como todo el mundo sabe, el resultado de aquella ingeniosa táctica fue la llegada de Joan Carrillo, el único entrenador en la última década del Almería que no ha sido capaz de ganar ni un sólo partido durante su estancia en el vestuario rojiblanco.
Pues bien, pasito a pasito sigue el Almería, cuyas oficinas están cerradas por vacaciones, aunque insisten en decirnos que dentro se está trabajando, a puerta cerrada. De momento, se va de rositas Miguel Ángel Corona, que acaba de llegar al puesto, pero al que, por ahora, no le han cundido mucho sus primera semanas en el cargo. Algo absolutamente normal y de lo que no tiene ninguna culpa: habrá que recordar que en los meses y semanas en los que el encargado de fichar ha de estar viendo jugadores e iniciando contactos, el bueno de Miguel estaba todavía enfrascado en su labor de salvar al equipo… como futbolista.
Es la lógica de Alfonso, su más genuina marca de la casa: no hagas hoy lo que puedas dejar para mañana.
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