¿Qué pensarías si te encontraras un club en el que el encargado de presentar los fichajes fuera el abogado del club, en el que ni el presidente ni ninguno de los cuatro vicepresidentes aparecieran por ningún lado, en el que la hija del presidente fuera nombrada directora de Organización y se dedicara a valorar los fichajes del año anterior y en el que el máximo responsable llevara cerca de cuatro semanas, tras concluir la temporada, sin dar señales de vida?
No vayas muy lejos, no imagines, no especules: este club está aquí mismo y se llama Unión Deportiva Almería.
En alguna ocasión hemos comparado al club con el camarote de los Hermanos Marx, con la casa de Tócameroque, con el cacharro ése de la Bernarda; y nos hemos llevado algún rasguño por ello.
Es normal: hay aficionados del Almería a los que, a pesar de los pesares, no les gusta que se le dé mucha caña, lo sienten en sus propias carnes; es como aquello de mi hijo será muy malo, pero déjame que se lo diga yo.
Los comprendo; los comprendo mucho más de lo que ellos creen. Pero, sinceramente, tampoco renuncio a preguntarles si podrían decirme únicamente algo positivo desde que concluyó la temporada hasta ahora, una decisión acertada, una comparecencia ejemplar, unas declaraciones positivas, una acción intrépida y destacada, no sé… algo.
Llevamos ya 24 días desde que terminó la temporada sin un solo fichaje, hemos desmontado el equipo técnico que había creado Raúl Lozano para colocar ahí aun ex jugador sin ninguna experiencia en el cargo y por una antigua promesa del presidente, no hemos renovado a nadie del año pasado, hemos tardado semanas en ratificar al entrenador del primer equipo y al del filial, hemos echado a patadas del campo a la peña que más anima en los partidos, hemos improvisado en el abogado del club al encargado de presentar al director deportivo y la campaña de abonos mientras nadie sabe dónde está el presidente y dónde se encuentra su hijo, al que hace menos de cuatro meses nombró vicepreisdente primero ejecutivo y que no ha abierto el pico desde que se logró la salvación.
Y para colmo, la otra hija del presidente, la de Organización o lo que sea, haciendo gala de su tremenda experiencia y profundo conocimiento de la cosa, tras 21 días sin fichajes, nos dice que no nos preocupemos, que el año pasado pasó lo mismo y luego llegaron varios de un golpe.
Pero lo más maravilloso de todo esto es que no haya salido nadie a replicarle a doña Lorena García que si se ha tomado la molestia de comprobar cómo nos fueron las cosas en esta pasada temporada, si le parece que el mejor ejemplo a seguir es una campaña en la que nos hemos salvado en el último partido y si cree realmente que en la pasada pretemporada valió la pena esperar para terminar fichando a Diamanka, Trujillo y Juanjo Expósito.
No habla mucho, la hija del presidente, no; pero cuando habla…
