La Inquisición condenaba a los pecadores a cargar con un sambenito para pagar por sus faltas a lo que consideraban como una conducta propia de un cristiano. Se trataba de una saco de lana curiosamente con una cruz roja. Signo de la infamia. Los condenados sólo podían desprenderse de ella en casa. ¿No es un sambenito con lo que carga la UDA? ¿Cuántas veces hemos vivido esta misma historia? ¿Tiene solución?
Evidentemente es un problema de base. Cuando el Almería viaja fuera de nuestra tierra, la historia parece escrita de antemano; antes de jugar el partido. Este equipo, haga lo que haga, acaba siendo remontado y cediendo puntos -normalmente los tres- ante un rival que pone lo justo para superarlo. En cualquier caso, Lucas ha logrado algo destacable; que la sensación final sea diferente. Que el Almería parezca un equipo. Que haya competición.
Son innumerables las ocasiones en las que ha sucedido lo mismo y muy poquitas en las que ha pasado lo inverso. De esta forma, por mencionar algunas, podemos hablar de Huesca, Oviedo o Pamplona como lugares donde se comenzó ganando y se acabó cediendo puntos en el tramo final del encuentro. Pero esto no viene de ahora, es un problema que ya puede ser considerado como histórico.
En Valladolid el equipo lo hizo bien. Mostró mordiente y llegada, finalizaba las jugadas y tenía profundidad por banda. A pesar de los tres centrales, vimos un Almería aguerrido que salía con fuerza. Me gustó. Pero llegó el fatídico momento. Lucas decidió dar entrada a Álamo en banda derecha en lugar de Fran. El canario aportó algo en ataque, pero, ante su inactividad perenne, flojeó en la marca y permitió unos metros en el área que rara vez un jugador como Jaime Mata perdona. La diferencia entre arriba y abajo son estos detalles y, sobre todo, un delantero enchufado.
En cualquier caso, analizando de dónde viene este Almería y hacia dónde va, creo que el sambenito puede acabar cayéndose. Lucas ha logrado eso, que creamos en lo que vemos. Que nos sintamos identificados.
