RADIOBLOG: Animalitos, ¡fuera del deporte!

RADIOBLOG, por Víctor J. Hernández Bru. 

El deporte, que para mí y seguramente para muchos de vosotros, a veces nos deja comportamientos que no provocan más que ganas de salir corriendo.
Esta semana, las páginas deportivas de los periódicos nos han presentado a un tipo llamado Romano Fenati, italiano él y, para mí, desconocido hasta ahora. Dicen de él que tiene un talento especial para esto de las motos, que a partir de ahora tendrá que utilizar en circuitos cerrados y fuera de competición, puesto que tanto su equipo actual como el que lo había contratado para el año que viene han decidido que hasta aquí hemos llegado.
La razón, absolutamente justificada, es que el tipo no tuvo otra ocurrencia en mitad de una carrera que acercarse a la moto de un rival y apretarle el freno, poniendo en grave riesgo su vida; la del otro, digo.
Lo peor, si me permitís, no está en ese comportamiento en sí, sino que este simplón de los circuitos no sólo no ha pedido perdón sino que incluso ha justificado su comportamiento diciendo que el rival le estaba provocando. Vamos, que le faltó decir que le tocó el freno porque el otro le había tocado el ‘frenillo’, por decirlo finamente.
Junto al tal Romano, otros animalitos que nos han mostrado las páginas deportivas de esta semana son los aficionados, ignoro si muchos o pocos, que, en la grada de La Rosaleda y en partido copero ante el Almería, no tuvieron otra cosa que proferir insultos racistas contra nuestro Sekou Gassama.
Sinceramente, uno de los misterios más difíciles de desentrañar para mí es qué coño tienen en la cabeza quienes distinguen a las personas en función del color de la piel. Ya el mero hecho de hacer distingos en función de las tonalidades de nacimiento me parece de una simpleza y de una peligrosidad muy a tener en cuenta,.
Pero si vamos más allá, si damos un paso adelante y encima nos dedicamos a insultar al que tiene otro tono en su piel, lo que ocurre es que, en mi opinión, estamos pidiendo pista de aterrizaje en cualquier penal cercano.
Afortunadamente, las autoridades deportivas hace tiempo que han tomado cartas en este asunto de los insultos racistas, pero a pesar de ello de vez en cuanto ocurren episodios de este tipo que los propios jugadores hacen bien no tolerar.
Sekou mandó callar a esa parte de la afición que estaba rebuznando insultos racistas e hizo bien. Conformarse o mirar para otro lado ante problemas de esta gravedad nos convierte en cómplices y eso no nos lo podemos permitir.
Esta batalla no estará acabada hasta que no quepa ni un solo racista en un recinto deportivo. Y eso, queridos amigos, es una tarea de todos; una tarea en la que tenemos aliados como el amigo Sekou, que le echó un par de huevos negros para pararle los pies a esta gentuza que, desgraciadamente, todavía se esconde en nuestras gradas.