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RADIOBLOG MINUTO 92, por Víctor J. Hernández Bru.
Han pasado más de 24 horas, bastantes más, desde las declaraciones de Ibán Andres, secretario técnico de la UD Almería.
Para los menos iniciados, recordaré que Ibán es un chico de Almería, un joven entrenador que alcanzó su mayor gloria formando parte del equipo de Javi Garcia, primero en la UDA, y más tarde llegando al fútbol de la elite internacional, gracias a que éste reconoció su buen trabajo, acertaba visión balompédica y capacidad de sacrificio. Como podéis ver, mi opinión general sobre Ibán es positiva, en términos generales.
Sin embargo, transcurrido ese tiempo desde sus manifestaciones, habiéndole dado el necesario tiempo para su digestión, no termino de entender ni el qué, ni el por qué, ni el cuándo ni ninguna de las 5 ‘W’ que la vieja teoría del periodismo nos obliga a los profesionales a plantearle a una noticia.
Que Ibán diga que no entiende el clima de pesimismo que embarga hoy al almeriensismo, entendiéndose por éste a la afición de la UDA, en grave; pero que asegure que contar que Jesús Muñoz Calonge va a ser el próximo entrenador del equipo es una falta de respeto es para salir corriendo.
Lo primero, lo del clima de pesimismo, demuestra a las claras que Ibán está aún a años luz de tener la experiencia, la picardía y el posicionamiento necesarios para meterse en este tipo de jardines, sobre todo porque ha demostrado no enterarse de que lo que rodea al club y al equipo no es pesimismo, sino cabreo; un cabreo monumental porque su presidente ni se ha despeinado a la hora de volver a desmontar un equipo que funciona, empezando por su piedra angular, a fin de meterse más de diez millones de euros en el bolsillo, lo cual no es malo ni mucho menos, pero no parece muy respetable ni considerado con la afición y con la ciudad que lo hemos recibido, si es a costa de volver a poner en riesgo la permanencia en la LFP.
Lo segundo, lo de la falta de respeto por lo de Jesús Muñoz, es mucho más grave; es grave porque coloca a Ibán Andrés a la misma altura de Alfonso García y de Corona, en el ámbito de la falta de respeto total, en este caso sí y con todas las letras, a la libertad de expresión y de información. El presidente lleva años demostrando que cualquier opinión u información que no le cuadre le parece una falta de respeto. Es mítico que, cuando le pitaron e increparon estando él en el palco, dijo aquello de “al que no le guste que se haga del Madrid o del Barça”, en un claro ejemplo de que a él estar en desacuerdo le parece faltarle al respeto. Hecho que se multiplica si se habla de los medios de comunicación: a esta casa la mantiene vetada más de cuatro años y todo comenzó porque se nos ocurrió contar públicamente su infantil e inexplicable manía de ir a las ruedas de prensa de los equipos rivales y ponerse a atender a los medios durante las mismas.
Si Ibán quiere colocarse a esa altura, es muy libre, pero se convertirá, como Corona, en otro elemento más que no entiende que la vida va más allá de sus propios intereses; otro que no entiende que la obligación de la prensa es contar verdades, como la verdad incuestionable de que Corona le ofreció a Muñoz Calonge venir como segundo de Fran, ocupando el puesto de sucesor si éste era destituido. Eso es una realidad contrastada e inequívoca y ello nos permite pensar que, ahora que Fran no sigue, Muñoz es una opción seria, sobre todo porque es la opción preferida de Corona. Ello no quiere decir que vaya a ser el primer entrenador, pero es que nadie ha dicho eso: lo que sí se ha dicho es que está bien colocado para serlo. Y pensar que ello constituye una falta de respeto es gastar una cara de la misma textura que el cemento.
Pero lo más grave es que todo esto tiene pinta de que a Ibán le han metido las cabras en el corral, que aprovechando su inocencia y su bondad, lo han sacado al ruedo por si el toro es más condescendiente con él que con sus dos jefes, de colmillos mucho más retorcidos.
Pues no, querido Ibán; la realidad es tal, la diga Agamenón o su porquero; y uno siempre tiene la oportunidad de elegir si está de su lado, del de la verdad, o del lado de quienes se sienten molestos porque se informe, porque se opine y porque vivamos en un estado libre y de derecho en el que, por cierto, el titular del derecho de la información no es el periodista, sino el ciudadano que tiene la potestad de ser informado.
