BLOG, by Francisco Martínez Gómiz
Cuando nos empeñamos en nuevos objetivos es normal que, en ocasiones, sintamos una sensación de vértigo. Abandonamos nuestra rutina y nos adentramos en nuevos caminos aún sin explorar sin conocer a lo que te vas a enfrentar. Una vez puestos en camino esa sensación tiende a desaparecer siempre que nuestros pasos tengan cierto equilibrio.
Para alcanzar objetivos necesitamos determinarlos, tenerlos claros, saber dónde dirigir nuestros esfuerzos, entregarnos a ellos en cuerpo y alma y ser constantes una y otra vez. Día tras día, sin descanso porque la meta será la recompensa a lo que estamos buscando.
Si estos objetivos son en equipo necesitamos que todos, y lo digo bien TODOS, se involucren en el objetivo porque si no se produce un desequilibrio. Y esto es exactamente lo que está ocurriendo en la UDA a estas alturas de la temporada.
Se necesita equilibrio en sentido descendente, es decir, desde la directiva hasta la plantilla. ¿Cómo se lleva a cabo este equilibrio? Que las apariciones públicas y las declaraciones de los dirigentes vayan en sintonía con la del cuerpo técnico y jugadores. En esta temporada hemos contemplado como esto no era así, recuerden el día del tan famoso encuentro de un directivo de la UDA con el colectivo arbitral. Desequilibrio.
El discurso desde los “despachos” debe ir en línea con los resultados que ofrece el equipo. Así, por ejemplo, si gana, transmitir que hay satisfacción pero hay que seguir en esta línea y, en el caso de derrota, el discurso debe ir sobre el aprendizaje de la misma para que no se vuelva a repetir. Estas situaciones han estado muy lejos de ocurrir en la UDA esta temporada donde da la sensación que entre cuerpo técnico y dirigentes no hay sintonía y se han creado discursos paralelos. Resultado, desequilibrio.
A veces el equilibrio lo propician los resultados del equipo. Es fácil cuando se gana que las aguas estén tranquilas. Pero la temporada es muy larga y aparecen baches de juego y los resultados no siempre llegan. Es en ese momento, precisamente, cuando más equilibrio se necesita.
Y si por algo se ha caracterizado este proyecto de la UDA este año es por ese desequilibrio. Al principio de temporada con innumerables entradas y salidas de jugadores, cambio de entrenador por medio a quince días de comenzar la competición y lo que al principio era luchar por el ascenso en un par de campañas, este objetivo, a mitad de temporada constituye el reto más importante de este proyecto. Desequilibrio.
Los cambios de entrenadores tampoco facilitan el equilibrio necesario para conseguir objetivos, Desde el inicio de temporada la UDA lleva tres técnicos distintos y es muy posible que haya un cuarto técnico para las últimas jornadas si no se sacan los resultados necesarios en las 2 próximas confrontaciones. Desequilibrio.
El desencuentro entre técnico y jugadores es muy evidente a estas alturas de la temporada. Jugadores que entran y salen del once titular sin explicación mediante. Una semana juegas de titular y la próxima no es que estés en el banquillo es que te vas a la grada. Esta situación provoca al jugador inseguridad y ve mermado su rendimiento claramente. Desequilibrio.
Y a pesar de todo esto, de los cambios continuos en el mercado de invierno, de salidas en entredicho (René) y llegadas incompresibles a última hora (Zidane) y fichajes frustrados por el límite salarial…, la UDA está en tercera posición de la tabla, con muchas opciones de ascenso directo y, si no se asciende por la vía rápida, jugar los playoff, aunque dando señales de alarma en su juego. Desequilibrio.
El día a día es desequilibrante pero debemos buscar nuestra línea, esa que nos guía hacia conseguir resultados. Si no seguimos esa línea difícilmente llegaremos a buen fin. Hay que aprender a manejarse en el desequilibrio.
