VÍDEO BLOG #Minuto92: UDA: Equipo, club, conjunto de jugadores y empresa deportiva: pasó lo que tenía que pasar, por Víctor J. Hernández Bru.
¿Qué todavía hay que jugar el partido de vuelta y que hay que hay que ir a muerte, hay que ir ‘con todo’ en el Mediterráneo? Hombre, pues claro. Eso no lo duda nadie. Pero en el partido de ida en Montilivi pasó lo que tenía que pasar. Es más, diré que a quien le haya extrañado el 3-0, debe hacer un ejercicio de repasar lo que está pasando en el club en los últimos tres meses.
Y ojo que no estoy diciendo que la responsabilidad de lo que está ocurriendo ahora sea exclusivamente de estos tres meses. Ni mucho menos. No me cabe duda de que el origen de los problemas de este año está en el mes de agosto, como ocurrió el año anterior, aunque con la diferencia y el agravante de que ahora el club tiene un año más de experiencia y de que se trataba de una temporada afrontada sin prisas.
En agosto de 2020, la UDA volvió a confeccionar un equipo de jugadores, dicho con todo el respeto, cada uno de su padre y de su madre, de jóvenes prometedores sin experiencia en Segunda sin esa aportación que tantas veces hemos oído calificar como indispensable a los sabios del fútbol, a los expertos de la categoría de plata del fútbol español: la experiencia, la veteranía, el conocimiento de la categoría, el colmillo retorcido en esto del balón.
Creo que nadie o casi nadie puede dudar de la calidad de hombres como Jorge Cuenca, Chumi, Akieme, Morlanes, Carvalho, Ramazani, Aketxe, Samu Costa, Villalba o Lazo; lo de Sadiz ya es otra cosa. Pero acabo de repasar a buena parte de la columna vertebral del equipo y no creo que ninguno de ellos haya empleado más de tres o cuatro años de su vida en recorrerse la Segunda División. La guinda fue un entrenador que no había dirigido a un equipo en España jamás, que por cierto, salió bien y logró situarnos al borde del liderato, cuando la campaña empezaba a vislumbrar su recta final. Pero el reto era complicado con una estructura, digamos ‘diferente’, como diría la ministra portavoz, a lo habitual para afrontar este tipo de objetivos.
Lo de los últimos tres meses ha sido, sencillamente, un equipo en descomposición, con los egos de los profesionales haciendo saltar en pedazos el vestuario, un club sin una figura de referencia para arreglar este tipo de embolados que suelen producirse en los vestuarios, la pérdida de confianza en quien había manejado todo ello y la llegada de un entrenador que no ha sabido agarrar el toro por los cuernos.
Ayer le pregunté a Rubi qué había pasado. Hizo lo mismo que otras veces: sí, es verdad míster, usted no lleva aquí tanto tiempo, pero sí lo suficiente para habernos intentado engañar ya en varias ocasiones. Y esta vez volvió a hacerlo, sencillamente porque ser preguntado por algo tan concreto y respondernos con el sexo de los ángeles es intentar engañarnos. Hoy por hoy, el ‘míster’ sabe que lo que le han dado es una ‘patata caliente’ y no un caramelito para que él culmine el éxito del ascenso. Lo de ayer no es la consecuencia de la anécdota de un gol tempranero ni de la desgracia de ser un equipo al que es fácil golear; lo de ayer es el resultado directo de tener un conjunto de jugadores y no un equipo, de tener una empresa deportiva y no un club. Lo mejor, pasando por el trámite de la vuelta, es empezar a darse cuenta de una vez por todas de que, en esto del fútbol y en España, el éxito pasa inexorablemente por un equipo y un club… y no por un grupo de jugadores, por mucha calidad que estos tengan, y una empresa deportiva.
