VÍDEO BLOG #Minuto92: El director deportivo y lo que puede pasar si la UDA sigue con las medias tintas, por Víctor J. Hernández Bru.
Son dos años de fracaso en el intento de ascender a la Primera División del fútbol español; dos años de un modelo del que muchos hemos advertido que está abocado a no lograr el objetivo, pero con un club obcecado en implantar un modelo que puede resultar de éxito en otras latitudes, pero al que le faltan cimientos para ser competitivo.
Para empezar, en España hace falta un equipo de profesionales que conozcan el terreno que se pisa, que sepan cuáles son los profesionales con una hoja de servicios cuajada de éxitos, tanto para el banquillo como para pisar el césped, que identifiquen con facilidad la estructura adecuada para ser competitivos, tanto para unos objetivos como para otros, tanto para mirar hacia arriba como para intentar esquivar la zona baja.
El Almería se equivocó en el esquema de club y de equipo que planteó hace dos años y, el verano pasado, intentó arreglar el desaguisado a base de parches y sin entrar al fondo de la cuestión en su errática filosofía: que si un par de jugadores españoles de cierto renombre por aquí, que si un entrenador veterano y con trayectoria por allá, que si algunos jóvenes y prometedores talentos de futuro por acullá; pero la base del proyecto, exactamente igual que la que supuso el sonoro fracaso de la temporada errada y con cinco entrenadores en el banquillo.
Para empezar, la UDA no ha tenido un director deportivo en estos dos años. Empezó siéndolo un tal Darío Drudi, que duró apenas unos meses por aquí y que terminó desapareciendo misteriosamente, para reaparecer después en la villa árabe de Turki, sin que se sepa demasiado bien cuál es su ocupación.
Desde entonces, alrededor del club se percibió un vacío de poder que, con el tiempo, nos enteramos que se había rellenado con otro desconocido: Gonçalves, Joao de nombre, otro portugués sin ningún tiro dado en el balompié hispano, pero muy buen conocedor del fútbol portugués, al menos en teoría, ya que esa experiencia no le ha servido para esquivar fichajes luso-parlantes como los de Pedro Mendes, Ivanildo o Schettine, todos ellos de dudosa efectividad, dicho así por ser finos.
Si un club se construye colocando a este tipo de profesionales en un puesto de tan capital importancia, una de dos: o no se conoce a los sujetos en cuestión o se comete el capital error de pensar que dicho puesto carece de importancia.
Es un error grueso, grosero, seguramente imperdonable; pero si ese error se repite, se repitiese por tercera vez, entonces habría que empezar a pensar que no es tal, que no es una equivocación sino otra cosa. Y en el muestrario de razones que explicasen tal situación, no se me ocurre nada que no sea realmente dramático y, desde luego, una intolerable falta de respeto para la afición, para la ciudad y seguramente para el propio Turki. Así es que espero, con todas mis fuerzas, que a la tercera, quienes mandan en la UDA, entiendan que hay que dar un giro de timón de 180 grados en esta nave y, desde luego, hacer que rueden las cabezas de quienes la han conducido hasta aquí.
