Todos los profesionales estamos sujetos a unos niveles de exigencia muy altos. Los estándares de calidad así lo requieren y las exigencias de los clientes cada vez son mayores.
Si trasladamos esto al mundo del futbol este nivel de exigencia es superlativo. En cualquier deporte profesional la exigencia es máxima, nadie te regala nada y las diferencias reales de juego y competición son mucho más pequeñas de lo que marcan los ranking y las posiciones de la tabla clasificatoria.
En la competición profesional o estas con los 5 sentidos puestos o un rival aparentemente inferior te “pinta la cara”. Y esto en un deporte como el fútbol con un terreno de juego muy amplio a cubrir se hace mucho más evidente. A todos nos vienen a la memora grandes gestas de equipos modestos que han destronado a los todopoderosos y todo ello, en gran medida, por la falta de competitividad del equipo “grande” y un plus emocional del equipo pequeño.
Pues bien, la UDA lleva dos triunfos consecutivos, uno en casa y otro fuera de ella, con mucho acierto y con poco brillo. Y es ahí donde hago el inciso del título del artículo. Después de una racha negativa, con varios partidos perdidos, malas sensaciones y demás, volvemos a la senda de la victoria y leo en algunos medios que la victoria en Málaga fue trabajada y con poco brillo…
Y me quedé con este titular, poco brillo…, ya no nos contentamos con ganar (que hasta hace dos jornadas lo necesitábamos urgentísimamente, ahora queremos que el equipo gane, domine y arrase al rival marcándole 5-6 goles (por lo menos)
Los aficionados somos muy exigentes, hace menos de un mes se puso encima de la mesa la conveniencia o no de la destitución del míster y a la segunda victoria seguida (esta fuera de casa) queremos ganar….. con brillo….
El equipo está en Segunda División, donde las diferencias presupuestarias son mucho menores que en la Primera División, lo que hace la competencia sea mucho más dura, que los partidos sean más trabados y que la lucha y la brega sea constante.
Los partidos son diferentes de una semana a otra, los rivales plantean dificultades distintas y las circunstancias de cada partido son únicas… pero queremos que el equipo gane, juegue bien y arrase al rival….
El jugador de fútbol profesional sabe que si no da el 120% en cada entreno, en cada partido, su propio compañero de plantilla le va a pasar como un “avión” por el lado y si tiene la suerte de seguir participando en los partidos, los rivales no van a tener miramientos con el y van a tratar de aprovechar el lado más débil.
Se nos olvida muchas veces a los aficionados que esto no es la “Play Stations”, que el rival corre y se esfuerza igual o más que tú y que no todos los días estamos igual de inspirados ni tenemos el mismo nivel de acierto, somos personas, no máquinas, que no se nos olvide.
Y le exigimos al jugador de nuestro equipo cosas que ni si quiera nosotros mismos somos capaces de ofrecer en nuestro día a día. Compromiso, entrega, lucha, buen juego, control de partido……, anda que si a más de un@ o dos de los aquí presentes nos insistieran en estos conceptos diariamente…., menuda sorpresa nos íbamos a llevar con los resultados que obtenemos (para bien o para mal).
Ganar requiere de muchas cosas…, como decía en otro de los artículos anteriores para ganar hay que perder, nadie gana nada sin haber perdido antes. Las victorias cuestan mucho en cada área de nuestra vida y en el deporte de competición más.
Así que vamos a saborear más las victorias y ser menos exigentes con la forma en la que se consiguen porque el simple hecho de ganar ya tiene mucho más mérito del que le otorgamos en ocasiones.
¿vosotros que pensáis al respecto?
