VÍDEO BLOG #Minuto92: Los datos que demuestran la poca vergüenza de quienes hablan de que el fútbol está manchado, por Víctor J. Hernández Bru.
Como periodista, como persona comprometida con el rigor y con valores inquebrantables como la presunción de inocencia, empieza a dar mucho asco la manera en la que buena parte de la prensa está tratando el Caso Enríquez Negreira. Para empezar, es repugnante, realmente asqueroso comprobar cómo todos los medios de comunicación de tinte madridista creen que este caso demuestra que el fútbol está podrido y comprado por el Barcelona y los que son de tinte azulgrana piensan todo lo contrario.
Perdonadme la pregunta inocente, a estas alturas de la película pero, ¿nadie está dispuesto a poner el rigor y el análisis por encima de sus colores, en este caso deportivos? Insisto, para mí, como profesional, la palabra es asco.
Pero vayamos al análisis. Resulta que ahora se ha sabido que un club, el Barcelona, estuvo años contratando a una empresa para que le hiciera informes arbitrales, tal y como queda acreditado por los documentos que son los que precisamente han hecho saltar el caso, para evitar que sus rivales tuvieran ayudas arbitrales. La idea es peregrina, es de auténtico forofo elevado a la categoría de directivo, pero es de sobra conocido que todos los clubes profesionales lo hacen, aunque no todos contratan a una empresa propiedad del vicepresidente de los árbitros.
En mi opinión, el vicepresidente de los árbitros debería tener absolutamente prohibido dedicarse a este tipo de actividad y creo que es una enorme torpeza por parte del club en cuestión contratar precisamente a esa empresa. Pero es evidente que ello no demuestra, no prueba que la consecuencia de ese contrato es que todos los árbitros estuvieran comprados por el Barcelona. Es una vergüenza, algo intolerable, repugnante, impresentable, sobre todo en profesionales de cierto prestigio, equiparar ese contrato, repito, a cambio de informes sobre los árbitros, con la compra de árbitros.
Pero no sólo es que sea una vergüenza y una mentira muy burda afirmar que el hecho de contratar a la empresa del vicepresidente de los árbitros es lo mismo que comprar a la totalidad de los árbitros y los partidos que dirigen, es que además está probado todo lo contrario. Y está probado porque el señor Enríquez Negreira no era el encargado de controlar a los árbitros, no designaba qué arbitro tenía que pitar cada partido y apenas los veía dos veces al año (en ocasiones una al año), tal y como han acreditado todos los colegiados que han sido preguntados.
Todo es una mentira, un montaje, una exageración y, sobre todo, un intento de aprovechamiento de una torpeza para poner en tela de juicio no sólo al Barcelona, sino a la Federación y a todos y cada uno de los árbitros, que no sé a qué esperan para denunciar a todos los que los están calumniando de esta manera.
Como vengo diciendo estos días, desde hace muchos años son un firmísimo defensor de la presunción de inocencia: de la de los políticos que son calumniados o inmersos en un proceso judicial y que son condenados públicamente antes de que hable el juez, de los hombres que son denunciados por violencia de género y que son tratados como culpables si no demuestran su inocencia, en general, de todo el que es acusado de algo, hasta que se demuestre su culpabilidad. Pero sobre todo, y en este caso más que nunca, no sólo defiendo que aquí no hay compra hasta que alguien presente una sola prueba que lo demuestre, sino que creo que hay que perseguir a todo el que acusa sin pruebas.
Ah, y por último, también están los datos, los datos que demuestran que quienes tratan de minusvalorar los éxitos del Barcelona en esa época, manchándola con una supuesta corrupción que ayudó a ganar los títulos, son unos verdaderos sinvergüenzas: entre los años 2001 y 2018, al Barcelona le señalaron 134 penaltis a favor por 145 al Real Madrid; al Barcelona le señalaron 66 penaltis en contra por 74 al Real Madrid, lo cual da un balance de +68 al Barcelona y +71 al Real Madrid; y en esos años, al Barcelona le expulsaron a 75 jugadores, por 97 al Real Madrid. Y ello por no hablar que parte de los éxitos del Barcelona en esos años llegaron en Europa, donde Enríquez Negreira no era ya un vicepresidente que no designaba árbitros como en España, sino un auténtico concejal de Cuenca. Lo voy a decir una vez más: sinceramente, hay que ser muy muy muy sinvergüenza para seguir manteniendo que la competición estaba manchada. Pero muy sinvergüenza.
