VÍDEO BLOG #Minuto92: Muy malas sensaciones, por Víctor J. Hernández Bru.
Obviamente, la UD Almería no está descendida de categoría ni mucho menos y al campeonato le queda todavía mucha mecha por consumir, pero las sensaciones a estas alturas de la liga son muy malas, horribles. Finalmente, los que habíamos pronosticado que la UDA iba a entrar en zona de descenso, tristemente hemos acertado. Y ahora toca remar contra corriente.
El partido ante el Villarreal ha evidenciado que hay muchos equipos, seguramente la mitad de los de la tabla, ante los que la UDA necesita un milagro como el del día del Barça hoy por hoy para puntuar. Y del resto, de la otra mitad, probablemente el de Rubi sea actualmente el equipo en peor estado de forma, dejando fuera al Elche, que también ha tenido milagro, anecdótico milagro, esta semana.
El riesgo, el juego de la fortuna, la ruleta rusa, el acto de encender un pitillo en una gasolinera a la hora de configurar el plantel, apostando por ocho jugadores en verano de los cuales ahora ninguno juega y reforzando esa apuesta suicida luego con Baptistao, Embarba, Melero y El Bilal, para esperar a enero para incorporar a Luis Suárez, tiene colocada a la UDA donde le corresponde a quienes actúan de manera tan temeraria.
El sábado, observar lo que salía de uno y otro banquillo durante el encuentro daba la medida de que Almería y Villarreal estaban jugando en ligas diferentes. Ya he repetido en mil y una ocasiones que la UDA es un equipo en su mayor parte conformado por futbolistas que el pasado año estaban en Segunda División y esas florituras, esas ‘frivolités’ en el fútbol profesional se pagan caras.
Ya no hay solución en cuanto a la composición del plantel y estoy absolutamente convencido de que un cambio de técnico tampoco lo es, aunque tampoco tengo nada claro que mantener a Rubi en el banquillo vaya a servir para mucho.
Sí, soy pesimista, pero esto no es nuevo. Lo he sido durante todo el año; es más, lo era cuando estábamos en el puesto once, porque viendo nuestro equipo y los de los demás clubes, me parecía un accidente, una afortunada casualidad.
Para ganar partidos, la UDA tiene que confiar en que un chico sin pasado y que tiene en su gran pundonor su mejor virtud como El Bilal le haga un gol a la mejor defensa de la liga, o en que Melero (cuando esté para jugar) tenga una tarde soberbia, o que Ely y Babic no cometan ninguna pifia durante todo el partido, o en que a Embarba o a Baptistao le salgan algunas genialidades. Ni siquiera Luis Suárez, que es en esta plantilla lo que más se acerca a una estrella, es capaz de disfrazar a este equipo de conjunto de Primera División.
Y mientras Rubi sigue tratando de poner parches, de inventar cosas, de encontrar un sistema de juego que se adapte como un calcetín a la cruda realidad de combatir con menos pólvora y balas que sus contrarios. La UDA, como decía al principio, no está descendida, pero me sigue pareciendo un milagro que no lo esté cuando haya acabado el campeonato. Otros, los que se están haciendo millonarios a costa del dinero de Turky, dicen que no volveremos a Segunda. Esto está abierto; veremos quién lleva razón. Hoy, mis sensaciones son malas; muy malas.
