VÍDEO BLOG #Minuto92: Tras lo de Vigo, un Almería que te deja como un gallego en mitad de una escalera, por Víctor J. Hernández Bru.
Tengo que reconocer que, tras el punto conseguido en Balaídos ante el Celta, he quedado con la sensación ésa que le atribuyen a los gallegos en una escalera, la de de no saber muy bien si subimos o bajamos.
Porque la situación con la que llegaba el equipo de Rubi a Vigo no era nada sencilla, nada cómoda; y sumar en esas circunstancias refleja con claridad que el equipo está vivo, o lo que es lo mismo, ni mucho menos está muerto; que sabe reaccionar, que se sobrepone a los momentos más delicados como le pasó el día del Barcelona y que confiar en que va a ser capaz de salvar la categoría no es, ni mucho menos, un brindis al sol.
Sin embargo, también es cierto que el punto no es un gran botín para quien tiene un sumatorio tan exiguo en las últimas ocho semanas y que el partido de la UDA no hace sino profundizar en la sensación de que se pongan cuatro, cinco u ocho defensas, el equipo no sabe defender, es muy sencillo crearle peligro y salta al campo siempre con la seguridad de que Fernando tendrá que entrar al fondo de la portería varias veces antes de que pite el árbitro.
Así las cosas, está uno así con esa sensación tan rara, a medio camino entre el convencimiento de que de esto no nos salva ni Perry Mason, que diría el gran Paco Navarro, y la esperanza de que este espíritu de resurgir en los momentos más complejos será la clave para no vernos de nuevo en Segunda División.
El drama es que no hay más cera que la que arde, que más allá del once inicial, Rubi tiene muy pocos recursos con los que trabajar y que, mientras los rivales hacen cambios y dan entrada en el terreno de juego, durante las segundas partes, a gente como Paciencia, Larsen, Cervi o Renato Tapia, nosotros damos entrada a Lazaro Vinicius, Kaiky o Ramazani; el drama es que la UDA hace ya mucho tiempo que no gana un partido con solvencia, que no exhibe dominio de la situación y que, así, no es fácil ser optimista sino que toda la fe queda a expensas de que el sufrimiento se traduzca en salvar la vida in extremis en la orilla.
No creo que el partido ante el Celta pueda conducir al pesimismo, pero tampoco pienso que el análisis de dichos 90 minutos nos puedan inocular un espíritu excesivamente optimista. Hemos puntuado fuera de casa y el propio técnico reconocía, al final, que vamos a tener que dar guerra hasta el final: las herramientas que han puesto en manos de Rubi son escasas y precarias. Si al final logra el milagro, creo que mucha gente tendrá que pedirle disculpas, empezando por quienes le confeccionaron esta plantilla.
