VÍDEO BLOG #Minuto92: Un Almería con el que no se sabe si reír o llorar , por Víctor J. Hernández Bru.
Se podrán decir muchas cosas sobre esta UD Almería, pero desde luego no que deje a nadie indiferente. Tras la edición de #MarcadorAlmería del pasado sábado, rodeado como siempre de un brutal equipo de colaboradores y profesionales, uno se marchó a casa sin saber si dar a Rubi y al equipo una ovación o un sonoro abucheo.
El Almería acababa de salir del Bernabeu con dos goles a su favor, habiéndose quedado a dos de puntuar, con un balance que no muchos equipos pueden presentar tras la visita al coliseo del Paseo de la Castellana y, además, frente a un equipo que salió con todo, con su once de gala, a pesar de la proximidad de compromisos tan importantes como la final de la Copa o las semis de Champions.
Pero al mismo tiempo había salido de allí encajando cuatro tantos que pudieron ser diez sin ningún tipo de problema, ofreciendo una sensación defensiva inquietante, después de haber puesto sobre el tapiz que, frente a un equipo de tal potencial evidenciaban estar a años luz del nivel mínimo exigido para la Primera División y además arriesgando en el tramo de final al colocar a los titulares, a cuatro días de la ‘final’ (le guste o no a Rubi el término) ante el Elche, con lo que ello entrañaba de posibilidad de tarjetas o lesiones.
Sinceramente, acabo de escribirlo, de leerlo de nuevo, y sigo sin saber qué veredicto emitir sobre lo vivido en Chamartín el sábado por la tarde. A cualquier equipo le puede ocurrir que en un partido ofrezca al mismo tiempo la sensación de poder alcanzar el éxito, puntuar fuera de casa o ganar ante su público, y al mismo tiempo la de haber podido salir goleado. La diferencia es que en el caso del Almería eso le ocurre siempre o, por ser rigurosos, casi siempre.
Una semana más, uno no sabe si aplaudir el pragmatismo de Rubi colocando en el Bernabeu a gran parte de su ‘unidad B’ o abuchear los momentos de ‘cuasi ridículo’ con Mendes transformado en juguete en manos de los delanteros blancos o con Vinicius deambulando sin rumbo durante todo el encuentro salvo en la jugada de su gol; si ovacionar los chispazos ofensivos que condujeron a los dos goles o censurar esa amplia cantidad de minutos en los que el Almería permanecía escondido en su campo, víctima de su propia incapacidad para atacar y para defender; si mostrarse satisfecho con salir vivo de Madrid aún dando la titularidad a jugadores que está claramente fuera de la rotación o inquieto por el hecho de que, tras ese plan inicial, Rubi decidiera arriesgar con Luis Suárez y Melero en el tramo final y cuando ya ninguna falta hacían.
Para Rubi, sin novedad en el frente: como siempre que pierde, ‘todo OK, José Luis’, como diría el clásico: satisfecho, orgulloso y encantado de haberse conocido: a Rubi es innecesario llevarlo a sala de prensa cuando pierde; bastaría con poner cualquier otra comparecencia tras una derrota, en las que repite sistemáticamente lo mismo, aunque tampoco hay que esconder que el ‘arsenal’ que el club ha puesto en sus manos no contempla la posibilidad de tener que reservar jugadores. El sábado Rubi tuvo que elegir entre poner a los titulares o a jugadores que serían suplentes en Segunda, como ya lo eran el pasado año en tal categoría. No hay clase media, no hay término medio. Así que aquí sigo, sin saber sin aplaudir o abuchear, si reír o llorar, si preocuparme o echarme la siesta. Y me temo que eso no va a cambiar.
