VÍDEO BLOG #Minuto92: Los normales seguimos respetando a los violentos en el fútbol: la vergüenza de Cornellá El Prat, por Víctor J. Hernández Bru.
Hemos tenido una enorme suerte de que no haya pasado nada en el mundo del fútbol, del deporte profesional almeriense y español o, al menos, de que pasen pocas cosas graves. Y digo que tenemos suerte porque la realidad es que los normales, los amantes del deporte, de la convivencia, de la razón y del disfrute de algo tan maravilloso como es la actividad deportiva, seguimos siendo muy tolerantes con los violentos que lo ensucian.
No es normal que casi en un mismo mes, hayamos asistido impasibles al caso de un deportista de alto nivel que le pega un puñetazo a otro en un aparcamiento, a una somanta de palos ante un pabellón repleto y con llaves de yudo incluidas y, ahora, el salto de aficionados ultras en un campo de fútbol porque el rival estaba celebrando un título de liga, para terminar obligando a los profesionales a escapar despavoridos hacia el túnel de vestuarios, al que los propios violentos llegaron a acceder.
No es normal ni tampoco tolerable. Y la culpa es de todos los demás, empezando por los estamentos que dirigen todo esto, que en lugar de aplicar sanciones absolutamente ejemplarizantes y echar materialmente del mundo del deporte a esos repugnantes ultras que todo lo ensucian, tienen en cuenta otros factores como el hecho de que estamos a final de liga y no vaya a ser que algún club considere que se está adulterando la competición.
Porque si los dos energúmenos que el domingo entraron en el túnel de vestuarios le hubieran causado un daño irreversible a algún jugador de los que allí se refugiaban, todos estos irresponsables que dirigen el deporte ahora estarían vistiendo gafas negras y dándose golpes de pecho entre lamentos en el hospital o en la sala de velatorios. Y lo triste es que se ve que es necesario ese daño irreversible para que actúen, para que reaccionen.
A los violentos hay que aislarlos y echarlos ya, sin esperar a nada más, sin que pase algo verdaderamente irreparable. Hay que identificarlos y, por supuesto, aunque paguen justos por pecadores, hay que castigar a los clubes que no son capaces de mantenerlos fuera de sus estadios.
Pero claro, ¿quién va a acometer tal tarea? ¿La LFP, que se ha comido con patatas el que un club como el Almería vete la entrada de un periodista porque no le gusta lo que cuenta, atentando directamente contra la Constitución y la libertad de prensa? Esa misma Liga que deja campar a sus anchas a esos violentos que saltan vallas, lanzan objetos e invaden el túnel de vestuarios en Barcelona.
Tenemos un problema gordo, porque la violencia ha descubierto que la sociedad deportiva española hace poco por controlarla y cada día está más presente en el deporte. En otro lugar, el Español no volvería a jugar en su estadio a puerta abierta en lo que queda de temporada. Y eso no lo digo, ni mucho menos, porque ello beneficiaría al Almería. Contra la violencia en el deporte no hay colores.
