VÍDEO BLOG #Minuto92: Se nos ha ido el maestro Joaquín Tapia, profesional y persona a imitar, por Víctor J. Hernández Bru.
Cuando se van cumpliendo años, la mala noticia, además de que se va acercando el final y alejando el principio, es que se van quedando algunos que echaremos de menos por el camino. Era muy pronto, el primer día de la semana, cuando vi el mensaje de mi querido Joaquín, siempre atento y cumplido hasta en estos difíciles momentos: había fallecido su padre, se marchaba el maestro de periodistas Joaquín Tapia.
De aquella pandilla que vivíamos los veranos con cierto exceso, combinando la noche con los viajes para pasar el día al sol en algún pueblo jugando al baloncesto de tres en tres, son ya varios los que han perdido a su padre en poco tiempo. Lo dicho: esto no lleva buen camino.
Pero además, con Joaquín, a los periodistas se nos ha ido un referente, uno de los ya pocos que van quedando, de ese periodismo de antes, del que se vivía con pasión, en el que importaba más el volcán que se llevaba por dentro por contar cosas que el enfoque de la actividad como un trabajo, como una forma de ganarse la vida.
Hoy hace más de un cuarto de siglo de un gran favor que Joaquín hizo por mí sin apenas conocerme, cuando compartía su tiempo profesional, siempre robándole una parte al que le correspondía a su familia como buen periodista vocacional, entre el Gabinete de Prensa del Ayuntamiento y nuestro periódico, Ideal. Yo era un becario recién salido del cascarón, al que le habían ofrecido ser autónomo para poder continuar trabajando. Él, alguien con su vida hecha, hijos, un trabajo fijo y otro que le hacía disfrutar y que en nada necesitaba jugársela por mí como lo hizo.
Ya entonces le había mostrado los dientes a la peor de las enfermedades y ésta había salido corriendo. No era su momento y él lo tenía claro. Continuó durante bastante tiempo en sus dos trabajos y, en Ideal, mostrándonos el camino de que la información deportiva es mucho más que fútbol, con sus inolvidables ‘Sprints’ que cada día se publicaban como referencia del deporte de base.
Insisto en que van quedando pocos de aquel periodismo, que sinceramente es el que tuvo la culpa de que yo aún siga en esto. Pero más allá del profesional, mi máxima admiración es para la persona. Nunca vi a Joaquín Tapia en circunstancia alguna que no le honre: educado, servicial, responsable, riguroso, serio, formal y leal; he tenido la suerte de cruzarme en el camino con algunos de estos señores, subrayaré la palabra, que siempre me han producido una gran envidia por su capacidad de ser permanentemente lo que hay que ser.
No nos saludaremos más, pero espero que allá donde esté, Joaquín Tapia no dude de que, en mí y en muchos, ha dejado huella personal y profesional. Descanse en paz.
