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VÍDEO BLOG #Minuto92: El silencio del que no sabe qué decir

VÍDEO BLOG #Minuto92: El silencio del que no sabe qué decir, por Víctor J. Hernández Bru.

Está la UD Almería en una situación dramática: colista, con un porcentaje de puntos más propio de la lucha por no ser el peor de la historia que de quien trabaja por eludir el descenso, con cambio de entrenador tras siete jornadas, con muchos jugadores lesionados y más aún que están a años luz del nivel de la categoría y, en definitiva, tocando con ambas manos a las puertas de la tragedia.

Y en esta tesitura, ¿soy yo al único al que le chirría que nadie en el club salga a dar explicaciones, a ofrecer algún tipo de versión sobre lo que está pasando y de adelanto acerca de cuál es el plan para, al menos, intentar salir de esta dramática situación?

Mirad, a mí este silencio me suena, me recuerda a algo; me recuerda a ese mal estudiante que es sacado a la pizarra y no tiene ni repajolera idea de qué es lo que le está preguntando el maestro; a ese adolescente que es interrogado por sus padres al llegar de madrugada y con un aliento poco aconsejable, que no alcanza a encontrar algo que responder a la bronca; a ese marido que ha sido cogido con las manos en la masa en el lecho conyugal paciendo con quien no es copropietario del mismo.

En la UD Almería no hay nadie que salga a explicarte, a tranquilizar, a adelantar planes, porque no hay nadie que tenga ni idea de cómo coger este toro por los cuernos. O mejor dicho, sí que hay quien sabe qué habría que hacer en esta situación, pero precisamente no son los que dirigen el club, los que toman decisiones, los que dictan los caminos que hay que tomar para seguir adelante.

No hay que darle más vueltas, la cosa está muy clara: estos señores, cuando el pastizal que Turky ha puesto en sus manos desde el primer día, no es suficiente para obtener resultados, no tienen ni idea de cómo maniobrar ni tampoco saben cómo dirigirse a la afición ni a nadie. Eso, obviamente, suponiendo que ellos sientan que le deben una explicación a nadie, lo cual no es en absoluto cierto, puesto que, para los propietarios y gestores del club, la figura de la afición no representa lo mismo que representa para el mundo del fútbol español.

Así pues, no esperemos más explicaciones ni razonamientos, nada más allá del lacónico, pueril y absurdo “prometo que no volveremos a bajar a Segunda”, por la sencilla razón de que no hay para más, no hay más cerca que la que arde, no hay mata y, por tanto, jamás puede haber patata.

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