VÍDEO BLOG #Minuto92: Mohamed, esto va de trabajo, no de carteles a la puerta del estadio, por Víctor J. Hernández Bru.
Se ha empeñado la temporada en cachondearse en la cara de Mohamed El Assy y Joao Gonçalves: todo lo que les podía salir mal les ha salido peor y lo poco que les podía salir bien, les ha salido casi igual. Los porteros no paran, los defensores hacen aguas, los delanteros no marcan y el público huye despavorido de un espectáculo que amenaza con salpicarles la sangre.
Ellos siguen ahí, agazapados entre comilonas y palcos VIPS, sin dar la cara, cerrando algunos de sus otros negocios porque tampoco saben cómo meterles mano, y observando en silencio desde su palacio cómo se quema Roma mientras intentan rimar alguna poesía sobre la envidia y la maldad de todos los que no le han sobado el lomo alguna vez.
No, queridísimo Mohamed: la solución no eran los vetos a periodistas ni los carteles en la puerta del estadio, no eran los fichajes exóticos ni los grandes desembolsos en el último minuto del plazo de fichajes, no eran las vacaciones en junio ni la vida contemplativa en julio, no eran el tren de vida de magnate del petróleo ni los acelerones en los semáforos: la solución era el estudio y el trabajo, vamos, las de siempre; el currar mucho para aprender cómo funciona esto, el rodearte de gente que sabe y hacerles caso y no tratarlos como si fueran esbirros y era, sobre todo, trabajar mucho, muchísimo, que es lo que hacen los técnicos y dirigentes profesionales del fútbol.
Porque esto, aunque tú no lo creas, no es un juego, no es un paseo militar, no es un sueño hecho realidad para vivir como si fueras un futbolista y codearte con los que salen por la tele vestidos de corto. Esto del fútbol profesional es un oficio muy duro, como te dijo el otro día en la tele y antes y después aquí, en la radio del deporte, alguien que lleva toda la vida en esto, como nuestro ‘profe’ David Vizcaíno.
Esto es trabajar 365 días al año, es llevarte la táblet y el correo de vacaciones, aunque se enfade tu familia, es no tener días libres a la semana, hacer más kilómetros que el baúl de la Piquer, ver vídeos de fútbol todo el santo día, llamar, hablar, contrastar opiniones, ver partidos y, en tus ratos libres, ver más partidos; ir a la oficina a las siete de la mañana y no salir hasta las diez de la noche, en lugar de estar ilocalizable por las mañanas en quién sabe qué. Esto va de trabajo, un territorio ignoto e inexplorado para ti y no de estar todo el día gastando el dinero y el tiempo en hacerle la puñeta a un pequeño periodista por el simple hecho de que te dice, y te va a seguir diciendo, la verdad a la cara.
Me encantaría saber qué pasaba ayer por tu cabeza, cuando el público del equipo que diriges llevándote un pastizal de dinero de Turky, abandonaba el estadio antes del final del partido, mientras el marcador reflejaba una nueva derrota y la clasificación un ‘3 puntos de 33 posibles’. Me gustaría saberlo, porque estoy convencido de que por esa cabeza pasaba cualquier cosa menos la autocrítica. ¿A que acierto?
