VÍDEO BLOG #Minuto92: Sinceramente, que me perdonen, pero no entiendo la euforia… ni en sala de prensa ni en los medios, por Víctor J. Hernández Bru.
La UD Almería, si no estoy yo equivocado, se ha colocado con 4 puntos de 48 posibles tras la decimosexta jornada del campeonato. Eso significa que se ha dejado ya escapar 44, antes de que se coloquen los turrones en la bandeja de la cocina. El último de sus fracasos, su última derrota, ha llegado este fin de semana en el Metropolitano ante el Atleti, en lo que ha supuesto su duodécima derrota liguera en 16 partidos.
El Almería, repito, perdió en Madrid. Y perdió tras una primera parte que concluyó con 2-0 pero que pudo haber terminado con siete u ocho goles a favor de su rival, a la que luego siguió un segundo tiempo en el que el equipo del Cholo se tomó vacaciones anticipadas, provocando no sólo el tanto definitivo, sino que incluso la UDA pudiera hasta haber empatado, cosa que no llegó a ocurrir.
El técnico rojiblanco, Gaizka Garitano, la verdad, no puede hacer mucho más de lo que hace, por la sencilla razón de que es evidente que no tiene más cera que la que arde. No seré yo quien le eche ni la más mínima culpa a ninguno de los tres técnicos que se han sentado en el banquillo rojiblanco en lo que va de campaña.
Sin embargo, llevo semanas que no entiendo las ruedas de prensa de Garitano, hasta el punto de que tengo que hacer verdaderos esfuerzos para no caer en el error de pensar que lo que en realidad está buscando es que lo echen, para evitarse el sufrimiento sin dejar de percibir lo que le corresponde. Repito: ni lo creo ni lo quiero creer, pero lo de esta semana ha sido ya demasiado fuerte.
Garitano, no sé si consciente o no de sus palabras, llegó a decir que “el calendario no me preocupa, porque estamos bien”. ¿Bien de qué? ¿Qué demonios es lo que está bien? Porque, sinceramente, no lo entiendo bajo ningún concepto. No hay nada que esté bien en este Almería, querido Gaizka. Y más concretamente, no hay nada que esté bien en su trayectoria al frente, con 1 punto de 21 disputados bajo su mando y una eliminación copera que da más vergüenza que otra cosa. Y tú que eres un hombre de fútbol de toda la vida, sabes muy bien que este tipo de declaraciones pueden llegar a irritar.
Pero claro, seguramente eso sea en otro lar que no sea esta ciudad, en la que después de esa duodécima derrota en 16 partidos, he tenido que ver un cierto ambiente de euforia por este nuevo fracaso de un equipo que es el único de la LFP que no sabe lo que es ganar y que se ha convertido en el peor de la Europa de las ligas profesionales.
Algunos de los sustantivos y adjetivos que he podido leer y escuchar en estas horas, sinceramente, me desconciertan. No tengo ni repajolera idea de qué esperanza es la que puede suponer el encuentro de ayer, de qué optimismo estamos hablando, de dónde viene la satisfacción o incluso el embeleso por un partido en el que la UDA pudo haber terminado goleado perfectamente, aunque también sea cierto que la excesiva relajación del rival motivara que se pudiera haber obrado el milagro del empate. Francamente, con esta ausencia de autocrítica, incluso con 4 puntos de 48 posibles, no auguro nada bueno en el futuro a corto, ni siquiera a medio.
