VÍDEO BLOG #Minuto92: Por fin se habla de Segunda División, pero…, por Víctor J. Hernández Bru.
Ha pasado el tiempo, en concreto medio año, desde que, seguramente lanzándome un triple desde mediocampo, dije que el Almería había hecho un equipo para descenso seguro. Desde entonces, lo he repetido mil veces, haciendo hincapié en que las razones son simples y básicas: al mando están unos señores que no tienen ni idea de este negocio, uno de ellos, el que más manda, con un currículo que futbolísticamente cabría en un sello de correos; sin ningunas ganas de aprender ni de dejarse aconsejar; y con la misma capacidad de trabajo que el gato de escayola que tenía mi tío paco en su jardín
Al principio, tal y como también he repetido en varias ocasiones, algunos me quisieron matar, ese tipo de gente que piensa que no decir que lo malo está bien es ser ‘anti’. Más tarde, algunos de ésos se empezaron a cambiar de barco, al ver el agua entrando por el casco a la misma velocidad que algunos se beben las copas en los reservados VIP de la ciudad; y finalmente, otros cuantos han ido engañándose a sí mismos ante la aterradora idea de perder la categoría: primero afirmando que no había de qué preocuparse, más tarde intuyendo que el milagro era posible y, finalmente, incluso alguno adhiriéndose a la peregrina idea de que, si se llegara a bajar, tampoco pasa nada.
Hoy, con el equipo convertido en el peor de la historia de la liga, el segundo peor de la historia de Europa y el peor actualmente en ambos ámbitos, los más cerriles y contumaces en el auto-embuste, habían fijado el choque de Vigo como la gran final, como si un improbable triunfo ante el Celta hubiera supuesto la más mínima posibilidad de que un equipo que no le ha ganado a nadie, iniciara con ello una racha triunfal digna de un conjunto Champions.
Obviamente no ha sido así y, por fin, parece haber cierta unanimidad en que el próximo año, la UDA jugará en Segunda División, categoría a la que un día Mohamed El Assy prometió que jamás volvería, en un claro ejemplo de lo que él es como dirigente y como persona.
Me preocupa, a pesar de que por fin todo el mundo parece haberse caído del caballo, incluso los más obtusos defensores del terraplanismo y de la proliferación de OVNIS en la estratosfera, que ahora la estrategia, previo pago de su importe, parezca ser la de pasar directamente de la negación al olvido, de afirmar que había esperanzas a tratar de hablar del próximo año con total naturalidad, sin abordar el análisis de las situaciones y causas que nos han llevado a estar como estamos.
Me preocupa, digo, pero no me sorprende, porque hace tiempo que he llegado al convencimiento de que estamos en un entorno en el que si alguien decidiera, qué se yo, prenderle fuego al estadio, todavía había habría quien se enfadaría si tales actos se enjuician con el más mínimo espíritu crítico.
