VÍDEO BLOG #Minuto92: ¿Sabe Mel dónde se ha metido?, por Víctor J. Hernández Bru.
Conociendo a Pepe Mel lo que lo conozco, que tampoco es tanto, sinceramente no termino de entender muy bien qué hace aquí. Me refiero a qué demonios hace firmando por la UD Almería por lo que resta de temporada, sabiendo como sabe cuál es el modus operandi de los rectores del club rojiblanco.
Con Mel coincidí dos años en el Poli Ejido en Segunda División. Nunca he ocultado que es un tipo que me convence mucho tanto como persona como en su faceta de profesional del fútbol. Desde luego no soy la persona que más lo conoce del mundo, pero tengo muy claro que Pepe sigue siendo un tipo serio, recto, riguroso y que sabe muy bien de qué va su trabajo.
Y eso incluye el saber a la perfección cuál es la labor del entrenador y conocer también perfectamente el estado de la categoría y la idiosincrasia de los clubes que la componen. A estas alturas, no tengo absolutamente ninguna duda de que Pepe Mel sabe muy bien dónde se ha metido, que conoce que sus tres anteriores predecesores han tenido problemas para cobrar sus finiquitos (bueno, algunos aún no lo han hecho), que ninguno de ellos ha tenido absolutamente ninguna potestad a la hora de confeccionar las plantillas, que todos han terminado con el CEO del club como el rosario de la aurora y que, de hecho, cuando el entrenador tiene alguna circunstancia que solucionar, el máximo responsable del club ni está ni se le espera.
Siendo así, y sabiendo que Mel no tiene un pelo de tonto, si me permites, Pepe, el pequeño juego de palabras, mi gran incógnita es qué demonios hace el técnico madrileño cogiendo las riendas de la UDA a diez jornadas del final del campeonato, sin que nadie le asegure la continuidad el próximo año y sabiendo que el descenso está ya consumado algo más que virtualmente.
Luego está esa otra circunstancia de que en LFP tan sólo hay 38 banquillos para más de 3.800 entrenadores que estarían encantados de subirse a alguno de ellos, amén de que esta UDA firma unos contratos siempre muy suculentos, aunque no siempre termina cumpliéndolos.
A Pepe Mel, como vengo diciendo, le tengo un profundo cariño y no tengo ninguna gana de que sufra. Me encantaría pensar que su experiencia aquí va a ser fantástica y duradera, pero me pregunto cuál será su reacción cuando se encuentre, como le ha ocurrido al resto de entrenadores de los últimos años, a un jugador que él no ha pedido vestido de corto en el campo de entrenamiento o cuando tenga que tratar un tema para él importante con el máximo responsable y éste no se le ponga al teléfono ni aparezca por el club jamás antes de las cuatro de la tarde.
Bien pensado, empiezo a tener claro que nos vamos a divertir.
