VÍDEO BLOG #Minuto92: Ese fútbol podrido en el que se agrede a un árbitro y no pasa nada, por Víctor J. Hernández Bru.
Se llama Juan Pedro Navarrete Sánchez, pero, en realidad, su nombre me da bastante igual. Podría llamarse de cualquier manera y eso no sería lo importante. Es almeriense, pero eso ahora mismo, carece de la más mínima trascendencia. Lo importante es que es un árbitro de fútbol modesto, de base, que cada semana se mete entre pecho y espalda una pila de kilómetros para ejercer como parte indispensable para que se juegue al fútbol de competición, para que los futbolistas hagan lo que más les gusta, el público disfrute y todo vaya como debe ir.
Esta semana, dos ‘bufandas con patas’, dos animales con apariencia humana, han asaltado a Juan Pedro cuando trataba de tomar un taxi en Melilla, tras dirigir el encuentro entre el Atlético Melilla y Torreperogil. Juan Pedro fue insultado, vejado y agredido y no hay absolutamente ninguna excusa que justifique tal comportamiento para con nadie, pero si el trasfondo que lo ha provocado es que él es un árbitro y los salvajes que han protagonizado los hechos creen que ha perjudicado a su equipo con un arbitraje, entonces estamos ante una situación que, en mi opinión, justificaría que no se jugara más al fútbol.
Sinceramente, amo el deporte. El deporte ha sido mi vida siempre y de las más variadas maneras posibles. Pero tengo que gritar muy alto que no este deporte, no el deporte en el que se insulta, en el que se agrede, en el que los colores están por encima de la razón, en el que las personas se convierten en bestias salvajes para las que el triunfo de sus equipos está por encima de todo.
El deporte es otra cosa, algo que jamás entenderá la gentuza que agredió el otro día a Juan Pedro. Y conste que yo no creo que esto tenga ya solución; o al menos, fácil solución. Porque cada semana, en la gran mayoría de los recintos deportivos se producen comportamientos absolutamente injustificables y que no tienen paralelismo ni parangón en ningún otro ámbito de la vida. Proferir los más gruesos insultos hacia alguien por el mero hecho de que, presuntamente, se ha equivocado en un espectáculo deportivo es, simplemente, convertir a dicho espectáculo en algo que debería desaparecer de manera inmediata.
Y lo vemos con niños, con jóvenes que apenas tienen la edad de poder conducir y que son amedrentados y vejados desde la grada, lo vemos con jugadores profesionales y amateurs y, además, ante la pasividad de las autoridades deportivas, políticas y judiciales y, ojo, con la colaboración de los medios de comunicación, que luego se ponen muy dignos cuando el insultado es del equipo al que cada uno defiende.
Todos tenemos la culpa; todos. Porque ninguno hacemos lo suficiente para evitar que esto siga adelante. Porque todos ponemos la cara de imbécil cuando hay una desgracia, pero a los cinco minutos ya estamos avivando la llama o, como poco, mirando para otro lado mientras las personas se convierten en repugnantes alimañas que se aprovechan del débil para conseguir sus sucios objetivos. Un fuerte abrazo para Juan Pedro y, sobre todo, no tengas duda de que aún quedamos algunos, creo que por desgracia no muchos, que somos capaces de pasar olímpicamente de unos colores por defender la dignidad de personas como tú.
