VÍDEO BLOG #Minuto92: De la indolencia a la ceguera, por Víctor J. Hernández Bru.
En la serenidad del análisis a posterior, una vez que se ha consumado el descenso de categoría de la UD Almería, a uno se le vienen inevitablemente a la mente algunas frases del CEO que ha capitaneado la nave hacia este desastre. Frases como la más comentada en estos días, la de que “no volveremos a bajar a Segunda”, pero también alguna dirigida personalmente a mí, en la distancia a la que obliga la cobardía de no ser capaz de admitirme en una rueda de prensa, a mí y a mis preguntas; aquella de “él tiene un problema personal conmigo”.
Y en su obsesión por hablar de mí, a pesar de que afirma que ni me escucha nunca ni casi nadie escucha nuestra sintonía, otro día se ufanaba de que yo no sólo lo critico a él, sino también a la afición del club.
Hay que perdonar a ‘míster Party’, puesto que sus percepciones de la realidad vienen tamizadas por algunas de sus costumbres cotidianas, que no le permiten una captación nítida de los hechos, pero también por su despreocupación de todo lo que rodea al club, dado que dedica mucho más tiempo a otras cosas como fiestas y negocios extra-deportivos que a la gobernanza de la UDA, que se supone que es para lo que está aquí.
Pero aún así, es cierto que tampoco tengo ni empachos ni complejos en ser crítico con esa parte de la afición, ruidosa pero minoritaria, ínfima diría, que sigue justificando e incluso adulando la nefasta gestión de estos señores que, sin preparación, experiencia ni ganas de aprender, nos ha colocado aquí el señor ministro para que administren la morterada de millones que invierte cada año en el Almería.
Y en ese sentido, creo que los almerienses en general, y no sólo los aficionados de la UDA, adolecemos de dos problemas francamente graves, cuya manifestación menos preocupante sea precisamente la del fútbol, puesto que nos afectan en general en todos los ámbitos de la vida.
Uno de esos problemas es la indolencia. Acostumbrados a ver escenas de gran contestación social contra los rectores de clubes que no llegan ni de lejos al nivel de desgobierno de esta UDA, con actos incluso violentos que condeno y detesto, no deja de llamarme la atención la naturalidad con la que la afición y, en general, la afición del Almería han aceptado los 14 puntos de 99 posibles con los que nos vemos, el descenso a falta de cinco partidos, la ‘toalla tirada’ desde mitad de temporada y el escalafón como segundo peor equipo de la historia de Primera y único que, hasta ahora, no ha ganado en casa.
Esa indolencia tan almeriense, tan comentada pero nunca explicada desde hace décadas, es para mí un misterio que me rebela y me preocupa a partes iguales. Aunque, para mí, lo más desagradable, intolerable y en definitiva nefasto es el papel de algunos que, lejos de entender que lo que estoy relatando son hechos, números, acontecimientos incuestionables, no sólo no se rebelan ante ellos, ni siquiera exhiben esa indolencia de la que hablaba, sino que defienden a los culpables de que nos veamos en esta paupérrima y lamentable situación. Sinceramente, si la indolencia me rebela, la ceguera me hace ir mucho más allá: me da una tremenda pena.
