Ya está aquí, y no puedo decir que me disguste. Me gusta el regreso de Rubi más allá de que me permita reabrir ese divertido debate con Paco Navarro sobre si el ‘maestro’, como él le llama, es una leyenda del club o un señor que pasaba por aquí y ha tenido cuatro golpes de fortuna, como se viene vendiendo desde La Mojonera de forma sistemática.
Qué os voy a decir, al final, en casi cinco años con la actual propiedad hemos visto pasar a un buen número de técnicos random y tras una temporada tan crítica como la que acabamos de vivir no está de más apostar por lo de «más vale lo malo conocido», que no es malo ojo, aunque Navarro insista en que debe su gloria a un remate a la remanguillé de Zarfino y un penalti absurdo de un juvenil del Espanyol.
El caso es que Rubi vuelve y ha habido bajada de pantalones, con vaselina dice nuestro querido Navarro. Pues la ha habido, no cabe duda, aunque en mi caso creo que bastante más parte de Mohamed El Assy que por la del propio técnico. Recapitulemos. Rubi vuelve con un sueldo propio de un técnico de la zona media-alta de Primera División, tres años de contrato y, presuntamente, con unas competencias para la confección de la plantilla que no tuvo en su primera etapa. Por contra, el cada vez más huraño CEO de la UD Almería ha tenido que tirar la casa por la ventana, no la suya, la de Turki, para volver a traer un técnico del que despotricó en privado con mucha crudeza, culpándole de sus malos planteamientos a domicilio y su fragilidad defensiva. ¿Quién se ha bajado los pantalones? pues yo tengo la respuesta muy clara, y no, no estoy hablando de lo del chalecito.
Por si nos fuésemos a entretener poco, Rubi recupera de las catacumbas a Joan Carrillo para esta nueva etapa, aquel técnico que no ganó ninguno de sus 11 partidos como entrenador de la UDA y se inventó a Zongo como mediocentro organizador. Todos los ingredientes para estar ya deseando que pase pronto la canícula y comienza a andar esto otra vez.
